La bailadora flamenca venezolana Siudy Garrido, que hace 21 años abrió su escuela de danza y desde hace diez años maneja una compañía que tiene sede en el principal teatro de Miami, agradece a artistas como Rosalía y C. Tangana que ayuden a despertar el interés de las nuevas generaciones por el flamenco.

Una década después de su llegada a Estados Unidos, Garrido dice a Efe que se siente feliz de haber posicionado la danza flamenca en grandes escenarios culturales de este país como el Adrienne Arsht Center de Miami.

Con la ayuda de la música de artistas pop como Rosalía y C. Tangana, Garrido también ha conseguido que los jóvenes de este país se acerquen a la cultura del flamenco, aunque «falta demasiado» por hacer para que el interés sea permanente, afirma en una entrevista con Efe.

En el Adrienne Arsht Center, la meca cultural de Miami, que hoy es la casa de su compañía de danza, Garrido, de 42 años, recuerda que «fue un proceso complicado al principio».

«No solo tuve que luchar por mi disciplina, sino porque empezar de nuevo después de ser una figura reconocida en tu país es complicado», agrega.

Reconoce que no fue totalmente de cero. Ya se había hecho un nombre internacional entre los amantes del género.

Sin embargo, «los obstáculos eran inmensos. Era el desconocimiento, eran los estereotipos, que alcanzaban hasta a mi físico. En Estados Unidos se imaginan que el flamenco es de gente morena de cabello y ojos oscuros».

Con la misma determinación que la llevó a abrir a los 21 años su propia escuela de danza, Garrido maneja hoy la única compañía de flamenco del continente americano que se presenta regularmente en algunos de los principales teatros de Estados Unidos y está asentada en uno de ellos.

«Empezamos en el Arsht Center como invitados en 2012 y dos años después ya era nuestra base. Ahora estamos por comenzar una gira», indica.

Vale tanto como el ballet

«Mi amor por el flamenco viene de mi mamá», señala la artista rubia de ojos verdes.

Su madre, la bailarina y bailadora venezolana Siudy Quintero, la subió a un escenario profesional a los 5 años y a los 9 ya estaba compartiendo sobre las tablas con el bailaor español Joaquín Cortés.

«A los 17 mucha gente me llamaba de estrella en mi país, pero yo sabía que había más trabajo por hacer», cuenta.

Por eso se mudó a España, donde estudió con El Güito, Ciro, María Magdalena, La China y Milagros Menjibar, entre otros grandes exponentes del flamenco, y trabajó en compañías de danza de coreógrafos como Antonio Canales, Adrián Galia y Domingo Ortega.

Dejar Venezuela por la «insostenible» situación política, económica y de seguridad le «rompió el corazón», pero ya había hecho la tarea.

Su debut en Estados Unidos había sido en los parques de Disney, el corazón de la cultura popular norteamericana. También había llevado su espectáculo a Nueva York, donde tuvo una temporada en un teatro «Off Broadway» y fue nominada como coreógrafa a los Drama Desk de 2011.

Sin embargo, reconoce que pocas cosas le hicieron tanta ilusión como el que el Arsht Center le diera cobijo.

«El que un centro de esta magnitud nos reconozca como una compañía de danza formal fue un gran espaldarazo. Hicimos trabajo de hormiga, pero ha valido la pena. No solo para mí y mi gente, sino para el flamenco en general. Sueño con el día que sea tan valorado y conocido como el ballet», subraya.