Natalia Denegri, cuyo nobmre se hizo famoso al compás del caso Coppola, aquel escándalo judicial-mediático que se desató con la causa que en 1996 llevó detenido al manager de Diego Maradona y que abrió la puerta a un nuevo género televisivo.

El show de transformar los sets de los canales en juzgados paralelos por donde desfilaban testigos, abogados y acusados, en un juego sensacionalista que rompía el rating. Aquellos programas no guardaban las formas de los tribunales y las llamadas chicas Cóppola -así se las conocía- llegaban a agarrarse de los pelos en vivo y en directo.

Pero pasaron más de 25 años de aquello y Natalia Denegri transformó su vida. Después de la espuma que provocó aquel caso, no conseguía trabajo porque su figura estaba irremediablemente ligada a esa fama que había protagonizado. Pero en el 2002 su vida hizo un “clic”, como dice ella.

Fue cuando empezó a ayudar a una mujer sola, enferma de cáncer, que pedía limosna por el Alto Palermo. Quería hacer “algo positivo”. La acompañó hasta el final. Se involucró con asociaciones que promueven causas solidarias y terminó haciendo una película sobre el autismo que ganó premios internacionales. Así llegó a la televisión de Miami y vinieron más proyectos. Hoy es una periodista en esa ciudad donde vive con su familia. Y no quiere que aquello que la hizo famosa en la Argentina pueda ser visto con una búsqueda en Internet asociado a su nombre.

“Yo no soy eso que aparece ahí”, dice Natalia De Negri.

“Quiero que se entienda bien. Yo fui una víctima -sostiene- Yo no elegí nada en aquel momento. Era menor de edad. Me plantaron droga, Me detuvieron. Me llevaron a Dolores y cuando salí, me llevaron a los medios. Me sentí totalmente usada… Yo ya gané un juicio contra el Estado argentino, fui presa por un juez y un grupo de policías que fueron todos condenados”.

“Hoy tengo una vida en Estados Unidos, me dediqué al periodismo, a la solidaridad, gané premios internacionales…

Y hoy si alguien pone mi nombre en un buscador, aparece en primer lugar todo aquel pasado… Daría todo lo que tengo para no volver a vivir todo aquello. Es un martirio”, afirma.