La imagen de Frida Kahlo es ubicua. Su rostro y algunas de sus obras son fácilmente reconocidos en todo el mundo

y su imagen ha sido tan impulsada en todo tipo de productos de la cultura popular, que es fácil perder de vista el legado verdadero de esta artista mexicana.

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, México, de padre alemán y madre de ascendencia española e indígena.

Aunque era considerada «mestiza»

Es decir, una persona de ascendencia mixta europea e indígena, se identificaba estrechamente con su herencia indígena y amaba al pueblo mexicano.

Nació en las puertas de la Revolución Mexicana y creció en el caos político que llevó al final de la dictadura de casi 30 años y al establecimiento de una república constitucional.

Tanto así que durante muchos años, Frida dijo que había nacido en 1910, para ser identificada como hija de la Revolución.

Para muchos

Kahlo es considerada una artista adelantada a su tiempo, una visionaria e incluso una rebelde que revolucionó la cultura no solo a través de su pintura,

sino también con su incursión a la política, su libertad sexual, y la transgresión desde su cuerpo y enfermedades.

«Su personalidad ha sido adoptada como una de las banderas del feminismo, de la discapacidad, de la libertad sexual

y de la cultura mexicana», dice una semblanza suya del Museo de Frida Kahlo.

«Es uno de los emblemas de nuestra nación, de México»

Tanto en la parte artística por su pintura, por su legado artístico originalísimo inconfundible», dijo  Armín Gómez,

investigador de literatura dramática y profesor de guionismo de la Universidad Tecnológica de Monterrey.

«Frida tiene una actitud rebelde, contestataria, distinta a lo que se esperaba de una mujer de su época, y pues claro, con la terrible fortuna del sufrimiento que vivió…», agregó Gómez.

«Pero más allá de eso, la actitud para superarlo y para ir por encima de su situación personal e histórica».

La influencia de Kahlo no termina.

Y su leyenda se hace más grande con los años. Tanto así que sus obras se han vendido por millones de dólares y es considerada por muchos como la artista número 1 de América Latina.

«Fue la primera artista latinoamericana en romper la barrera del millón de dólares en subasta», dijo  Mari-Claudia Jiménez, presidenta y directora general de Global Fine Arts de la casa de subastas Sotheby’s.

Esto lo consiguió en 1990 cuando se vendió su cuadro Diego y yo por US$ 1,4 millones.

En noviembre de 2021 ese mismo cuadro fue vendido por US$ 34,9 millones.

«Frida en particular es un ícono cultural global», dijo Jiménez.

«Este estatus como ícono es lo que realmente ha impulsado este resultado tan extraordinario» en las subastas de arte.

Imagen de Marta Kulesza en Pixabay